martes, 7 de julio de 2009

Las naciones sean unidas

“Mi mejor enemigo” (2005)


Ese año fue difícil, en mi barrio había desconfianza, temor, hubo amigos que dejaron de hablarse, otros fueron detenidos y no los vimos mas. Exilio, la palabra comenzó a rodar, en medio de todo eso estaba yo, un pelado conscripto.”

Así comienza, con un relato en off, la película “Mi mejor enemigo”, un filme interesante por animarse a plantear un tema que (por lo que sé) no había sido abordado por el cine de los países involucrados: me refiero al conflicto limítrofe de 1978 que casi llevó a Argentina y Chile a la guerra. En efecto, el tema figura de pasada en los textos educativos y es poco lo que hay en materia audiovisual, aunque recientemente en Argentina se lanzó a la venta la “Trilogía de la Memoria”. Se trata de una serie de documentales que aborda el período 1973-1983, centrándose en el gobierno de la última dictadura de Argentina; la segunda entrega se titula “Operativo Soberanía” y trata el tema del conflicto de 1978. Es el material más completo que existe en Argentina sobre el tema, aunque debo advertir que muchas imágenes son “impostoras”: por ejemplo, cuando hablan de la flota argentina que navega hacia el Estrecho de Magallanes muestran ¡imágenes de la flota británica en operaciones durante la guerra de Malvinas en 1982! Lo mismo podemos decir de la mayoría de las imágenes que muestran soldados y armamento: no son imágenes originales de la época.

A pesar de este yerro (comprensible, por otra parte, pues quizás no tuvieron acceso al material original) es un documental recomendable. Completan la trilogía el volumen 1 (“El golpe”) y el volumen 3 (“Malvinas: la retirada”). En Argentina se consiguen todavía en kioskos de diarios y revistas, a $24,90 cada uno, y los he visto en los locales Musimundo a $60 el pack completo. Estos documentales están presentados/narrados por Gastón Pauls y fueron emitidos en el canal History Channel hace unos años.


Pero volvamos a “Mi mejor enemigo”. La historia de la realización de esta película comienza en el año 2000, cuando el chileno Alex Bowen elaboró el guión y lo tituló en un principio “hombres de diciembre”. La productora de Bowen (Alce Producciones) se alió con su homóloga argentina Matanza Cine, y entre ambas consiguieron sumar a la española Wanda, para distribuir la película en Europa. La propuesta de Bowen logró financimiento del gobierno Chileno a través del Fondo de Desarrollo de las Artes y la Cultura

Bowen conversó con “veteranos” chilenos de la casi-guerra de 1978 y pudo recrear más fielmente las condiciones en que estuvieron los soldados movilizados en aquella oportunidad. Y aunque su idea era contar una historia más intimista, sin grandes masas de soldados en pantalla, necesitaba apoyo castrense para su proyecto. Con paciencia logró que el Ejército de Chile y las otras fuerzas armadas se involucraran, lo que significó el aporte de extras, equipamiento, uniformes y armas. Además, el ejército instruyó a los actores para que actuaran como verdaderos soldados.

Hablemos ahora de la trama del filme. En diciembre de 1978 la guerra está a las puertas y el soldado conscripto Rojas (Nicolás Saavedra) es enviado a Punta Arenas, donde se concentran efectivos militares chilenos a la espera de una ofensiva argentina sobre el Estrecho de Magallanes y el Canal de Beagle. Desde allí es enviado en una patrulla hacia la borrosa frontera para realizar un reconocimiento y regresar “sin novedad” a su base. Dicha patrulla está mandada por el sargento Ferrer (Erto Pantoja) y la integran, además de Rojas, los reclutas Salazar (Pablo Valledor), Almonacid (Andrés Olea Rebolledo), Mancilla (Juan Pablo Miranda) y el soldado, aparentemente voluntario, Orozco (Víctor Montero). Tras acampar en una desolada estancia y encontrar allí una perra abandonada, la patrulla se extravía en medio de la pampa; con su brújula rota y el riesgo de dar vueltas sin encontrar rumbo, Ferrer y sus hombres reciben la orden de establecer una posición y esperar a que los rescaten.


Cuando están allí descubren que una patrulla argentina también ha establecido una posición a pocos metros. La alarma y tensión que ocasiona este descubrimiento dejan poco a poco paso a otras sensaciones. Los hombres de Ferrer no están seguros de dónde se encuentran, si en territorio de Chile o de Argentina, y en tiempos como los que se viven, un pequeñísimo incidente puede precipitar la guerra. Pero junto a estos cálculos militares, los chilenos descubren que los de la patrulla argentina atrincherada frente a ellos son los únicos seres humanos en decenas de kilómetros a la redonda: son los únicos vecinos que tienen. Allí comienza el intercambio de productos típicos de la vida del soldado: sal, cigarrillos, un póster de una mujer desnuda, penicilina para un herido chileno que se ha accidentado torpemente. Al principio el contacto se establece a través de la perra que acompaña a los chilenos, pero cuando esta se empaca en una de sus misiones de correo de trinchera a trinchera, Rojas se anima a ir hacia los argentinos. Eso da el puntapié para que los hombres se mezclen a pesar de sus uniformes.

La película es contada siempre desde la perspectiva del soldado recluta Rojas, así que la mirada que se hace es desde el punto de vista chileno; pero esto no significa que el filme caiga en el chauvinismo nacionalista ni que pretenda justificar la postura chilena en el conflicto. Por el contrario, se hacen varias referencias a la inutilidad de la disputa por la soberanía en el Beagle y se marca que los soldados enviados al frente son en su mayoría de las regiones centro y norte de Chile, que nada saben del territorio que se está disputando. Asimismo, las anécdotas sobre el país enemigo (Argentina) demuestran a los chilenos que tienen pocas razones para ir a la guerra contra gente con la que comparten el trabajo, el clima y las costumbres.



Por el lado de los argentinos, la patrulla está dirigida por el sargento primero Enrique Ocampo, encarnado por Miguel Dedovich, un actor argentino de larga trayectoria: solo citaremos su exquisita interpretación del francés devenido en rey de la Araucania y la Patagonia, Antoine de Tounens en “La película del Rey” (1986). Secundándolo al mando de la patrulla está el cabo Alberti, interpretado por Jorge Román, a quien vimos en la pantalla grande interpretando a un policía en “El bonaerense” (año 2000). En general, los argentinos aparecen como fanfarrones, y predomina en ellos la tonada porteña (de la ciudad de Buenos Aires). Lamentándolo mucho, los argentinos tenemos fama de arrogantes, así que no podemos quejarnos del retrato que nos hacen en esta película. Y debo decir que lo que se ve en la pantalla se parece bastante a la realidad, en mi opinión.

La película transcurre entre esas dos trincheras perdidas en medio de la pampa; el espectador nunca puede saber de qué lado de la frontera están ambas patrullas: los protagonistas chilenos no lo saben, y no se dice si los soldados argentinos lo saben. En ese espacio abierto y vacío se van sucediendo episodios de color: el intercambio de productos, el humor, el fútbol, un asado, las canciones. En ambos bandos hay soldados que se niegan al encuentro: entre los chilenos es Orozco, y entre los argentinos es el cabo Alberti; pero de a poco la guerra posible se hace lejana para esos hombres. No obstante, hay comunicaciones por radio y parece que finalmente las fuerzas armadas de Argentina van a atacar para conquistar la soberanía que las negociaciones le han negado.

La película tiene un ritmo lento y dos cosas crecen juntas en la trama narrativa: la amistad entre las patrullas extraviadas, y la sensación latente de una guerra que se aproxima. El contrapunto entre ambas funciona bien, aunque los espectadores de Chile y Argentina ya sabemos que no hubo guerra. El final del conflicto entre las naciones lo conocemos, pero lo que sucedió con esos soldados enemigos que se hicieron amigos solo podremos saberlo viendo la película. En ese sentido fue un acierto contar la historia de soldados anónimos: se asegura la novedad en la trama de los hechos.



Al final se escucha una canción muy conocida en Argentina y difundida también en Aérica Latina: “Solo le pido a Dios”, de Leon Gieco, aunque en esta ocasión la interpreta un grupo pop chileno, “Javiera Parra y Los Imposibles”. No entiendo de música, así que no voy a opinar.

Solo me resta decir que la peli se filmó en Punta Arenas (hay escenas) y parece que el Ejército de Chile prestó unos campos para muchas escenas. Aunque la mayor parte de la película muestra el particular “frente de trincheras” donde conviven ambas patrullas, otras escenas nos llevan a la retaguardia chilena, donde se hacen preparativos para resistir el ataque argentino. Hay blindados M113, un tanque M-60, y cazas A-37 rodando en la pista, y los soldados chilenos rezan y se encomiendan a la Virgen del Carmen ante la inminencia de una ofensiva militar de su enemigo. En esta retaguardia hay un personaje más, no menos importante: el teniente Riquelme, interpretado por Felipe Braun, un actor de fama en Chile. Y un párrafo le dedicamos a la bella Fernanda Urrejola, la chica de barrio de la que el soldado Rojas está enamorado y a la cual recuerda todos los días.


Mi mejor enemigo” es una película de reconciliación entre dos pueblos que han tenido momentos de extrema tensión en su historia a raíz de problemas limítrofes. El filme hace honor a la realidad cuando muestra que argentinos y chilenos tenemos muchas cosas en común, y que no vale la pena sacrificar eso en una guerra, si se puede solucionar dialogando.

3 comentarios:

Mabel dijo...

Hola ! Te engnche por Blog upp, me parece muy interesante. Esta pelicula no la habia visto. Te envio saludos desde Mar del Plata y te invito a conocer mi blog.

Rafael dijo...

Gracias por tus palabras. Ya visité tu blog y me abrió el apetito.

Paulodaluzmoreira dijo...

Gracias por tantas informaciones interesantes que no son fáciles de encontrar! La película la encuentro excelente!
Desde Brasil.