miércoles, 14 de enero de 2009

Despertar adolescente en el franquismo

“El año de las luces” (1986)


Esta es una de esas películas españolas que llegaron a Argentina en mi niñez tardía y preadolescencia. La vi por televisión y vagamente recordaba algunas escenas, mezcladas con otras de filmes diferentes. Ahora que Internet se multiplica, inundando cada vez más regiones del globo, incluyendo el muy nuestro Tercer Mundo, uno puede bucear en pos de sus recuerdos y traerlos de nuevo ante los ojos. En este caso ansiaba ver esta película con mirada de adulto para poder captar simbolismos e información que por la que edad que tenía en aquel entonces se me escaparon. Y entonces, he aquí “El año de las luces”.

En este filme se combinan grandes temas del cine español: el erotismo, la Guerra Civil y la infaltable galería de personajes típicos. El responsable de esta mezcla es Fernando Trueba, un director que tiene en su haber algunos de los más resonantes títulos del cine español. En esta ocasión decidió poner su talento en la mesa para filmar la historia de…su suegro. Pero vamos por partes. Trueba, siendo joven, había conocido a un “tío” (como dicen en la Península) ya entrado en años, un tal Manolo; este Manolo le contó historias de su juventud y Trueba quedó prendado del relato. Años después Trueba hizo carrera en el cine y consiguió arrancarle a Don Manolo una hija en casamiento, pasando a ser de la familia; y llegó la oportunidad de contar la historia en forma de película. Y para rubricar toda este génesis, la película inicia con una sencilla dedicatoria: “A Manolo”.

En la pantalla, Manolo (encarnado por Jorge Sanz) es hijo de un soldado caído en combate durante la Guerra Civil; entonces un tío, enrolado en las triunfantes tropas del bando Nacional, lo envía a él y su hermanito Jesús a un internado en el campo, en la frontera con Portugal. Aunque se trata de un hogar para niños, y Manolo tiene 16, no hay otra cosa. Allí van desfilando los personajes: la encargada del hogar, un férrea y sensual mujer que incluso ha combatido en las filas de los Nacionales; la clásica maestra avejentada y tradicionalista; el cura bonachón y de pocas luces; el viejito adorable que se vuelve “maestro de la vida” del joven Manolo; las cimbreantes empleadas del hogar, entre las cuales no falta una que sea picarona y de corto ingenio . Como es previsible, Manolo ira descubriendo a estos personajes a través de su rebeldía juvenil: con doña Tránsito (la maestra tradicionalista) va a chocar; Don Emilio será su escape al mundo de la fantasía, porque el viejito le habla de su caudillo Durruti (¿el Che Guevara de los progres españoles?) y le presta libros; con las empleadas se entabla la comunicación erotizada, a medida que Manolo va dando rienda suelta a sus ganas de probar la carne femenina. Finalmente, aparece la chica de la historia (Maribel Verdú), de la cual Manolo se enamora.

Me parecieron personajes muy típicos y que se vieron o verían en otros filmes: Manolo Alexandre, que compone a Don Emilio, casi repite su papel en otra película que se llamó “Así en el cielo como en la tierra”. En este filme también estuvo presente Chus Lampreave, la “Doña Tránsito” de “El Año de las Luces”, y también hay gran similitud entre los personajes de ambas películas. Jorge Sanz, el actor que interpreta a Manolo, no logra hacer un papel diferente en “Belle Epoque”. La sensación que me quedó es que Trueba no quiso contar una historia diferente u original sino una historia con los lugares comunes del cine y la cultura española.

Lo que se destaca es la grandiosidad de los escenarios naturales en que fue filmada, puro campo. Eso es bueno cuando uno ya está harto de ver películas urbanas como las que hacen mis compatriotas de Buenos Aires, donde toda la acción eternamente transcurre en esa amada y detestada ciudad argentina. Los escenarios naturales ayudan a sentir un viaje hacia lo profundo de España, no solo en la geografía sino en lo simbólico. Trueba define a la atmosfera como asfixiante “que pesa como una loza”; es lógico que piense así ya que él no comulga con el franquismo que triunfó en la Guerra Civil. Pero a mi no me transmitió esa imagen, no vi lo asfixiante por ningún lado: la historia del amor frustrado por los agentes externos es universal. Y si pretendía que la gente sintiera asfixia, le faltaron pinceladas, porque el filme es hasta pintoresco.
El año de las luces es 1940. La Guerra Civil que asoló España se extendió desde 1936 a 1939, de modo que 1940 es el año de la posguerra. Trueba se empeña en condenar a esa época, tildándola de oscura. Pero es “el año de las luces” porque el protagonista comienza a descubrir muchas cosas. Hay mucho discurso ideológico y me hace pensar, porque la mayoría de las películas españolas que he visto que tratan el tema de la Guerra Civil lo hacen desde la óptica de los vencidos, el bando Republicano. ¿No queda nadie que cuente la guerra desde el punto de vista de los Nacionales? Más allá de que uno comulgue o no con ciertas ideologías, creo que todas deben tener su oportunidad de difundirse. Luego uno elige esta o aquella.

Da gusto verla a Maribel Verdú tan jovencita (tenía 15 años cuando se rodó la película). A partir de aquí se abrió camino en el mundo cinematográfico, conjugando su talento con su belleza, porque es sabido que en muchísimas películas de la Madre Patria las actrices tienen que ponerse en cueros: conocemos el cuerpo desnudo de Maribel, de Penélope Cruz, de Victoria Abril, de Paz Vega, etcétera, etcétera. Por suerte no he visto ninguna película con desnudo de Carmen Maura ¡Qué horror!

El año de las luces”, una linda pintura de época, con lindos paisajes y una historia querible. Hay escenas cachondas, como la del colectivo al inicio, hay picardías, y también amor puro. Personajes típicos españoles y mucho humor. Un provechoso encuentro con el cine de la Madre Patria España.

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