viernes, 14 de noviembre de 2008

Judíos como ratones

"Maus" (2006)


Este es un libro muy particular: se trata de una novela gráfica, contada en formato de historieta (o “comic”, “tebeo”, etc)। Aunque ahora las editoriales largan más historietas recopiladas que antes (ni hablar del fenómeno “manga”), siguen siendo escogidas las obras historietadas que llegan a merecer convertirse en libro। Aquí en Argentina el ejemplo clásico es el “Eternauta” de Héctor Oesterheld y Francisco Solano Lopez, que fue publicada semanalmente en la década de 1950 y luego recopilada; sigue siendo la vaca sagrada de la historieta argentina.

“Maus” siguió un itinerario parecido. Su autor, Art Spiegelman, publicó en la revista “Raw” de su propiedad los capítulos de “Maus” a lo largo de 11 años (1980-1991). En 1986 recopiló la primera parte de su producción en un volumen subtitulado “Mi padre sangra historia”; siguió publicando los restantes capítulos y a estos los reunió en un segundo volumen: “Y aquí comenzaron mis problemas”. Con posterioridad se ha editado toda la obra en un sola entrega. Yo poseo la obra en dos tomos, publicada por Emecé Editores en 2006 con traducción de César Aira. Es una edición exclusiva para el mercado hispanohablante entero, excepto España.

¿De qué va (como dicen los españoles) esta obra? Se trata de un relato crudo acerca del genocidio hitleriano contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial। Hay muchos relatos acerca de este hecho histórico, algunos más luminosos que otros, y no son pocos los relatos lastimeros que solo pueden ser consumidos por un público ávido de golpes bajos y lágrimas fáciles.


No es fácil escribir (o dibujar) sobre esto, porque se puede caer en los lugares comunes, en la sensiblería, en la demonización lisa y llana, o en la negación total. Spiegelman enfrenta ese desafío provisto de un recurso de que no todos disponen: él cuenta la historia de su padre, por lo cual el título completo de la obra es “Maus, historia de un sobreviviente”. Esto lo libera de grandes problemas a la hora de plantear el guión con el cual abordar el Holocausto. Si yo tuviera que hacer una historieta sobre ese tema, no sabría por dónde empezar ni cómo seguir: es que se trata de un tema tan complejo, que no resulta fácil.

El enfoque, entonces, es el de Vladek Spiegelman, padre del autor. Se trata de una novela testimonial.

Pero hay un recurso novedoso: todos los personajes tienen cuerpo humano y cabeza de animal. No vemos rostros humanos, lo cual nos permite concentrarnos en los hechos sin ser atrapados por los gestos faciales de los protagonistas. Es que en el rostro los dibujantes solemos (perdón, “suelen”) volcar mucha subjetividad para tratar de influir en la simpatía del lector, recurso que en casos como este no sería lo mejor. ¿Qué rostros y expresiones deberían tener los personajes que atraviesan por tantas situaciones angustiantes?

Los judíos son ratones (“Maus” en alemán es “ratón”); los alemanes son gatos, y ya vemos el simbolismo con que Spiegelman dibuja la historia. Pero la fauna se completa con los polacos, retratados con cara de cerdo; los yankis con cara de perro; los ingleses como peces; y los franceses como ranas.

Resulta un poco difícil distinguir entre los personajes, pues las caras de ratón son muy similares, lo mismo que los otros animales. Spiegelman trata de ayudarnos diferenciando a los personajes a través de la ropa.

Sin embargo, y volviendo al tema de la ausencia de rostros, sería un error creer que los personajes, por ser ratones, no expresan emociones ni tienen identidad. ¡Vaya que la tienen! Y son muy emotivos; pero lo son en cuanto viven hechos que provocan las emociones.

La historia son dos historias. Se nos cuenta como Art va a visitar a su padre Vladek para grabar sus recuerdos y utilizar estos como fuente para el libro. Y entremezclado vemos los recuerdos de Vladek tal como sucedieron.

Es decir, por una parte asistimos en “Maus” al proceso por el cual Art fue creando “Maus”: vemos el proceso de creación por dentro. Eso es fascinante. Art entrevista a su padre Vladek para ir bocetando la historieta, y mientras tanto, vemos qué es de la vida de Vladek en ese momento, siendo ya un sobreviviente (esto ocurre en la década de 1970). La relación entre padre e hijo tiene sus altibajos, y a Art le cuesta aceptar muchas cosas de su padre, y fantasmas de su familia: Vladek y su esposa Anja (la mamá de Art) perdieron un hijo en el Holocausto, y después de la guerra, siendo Art un muchacho, ella se suicidó. Vladek ha sobrevivido a todo eso y en cierta manera Art trata de “sobrevivir” a su padre, que tiene ya las manías de la edad.

Cada capítulo generalmente sigue la misma estructura: Art va a visitar a su padre, y este comienza a recordar. Entonces vemos la historia de Vladek desde que conoce a Anja, en Polonia, y se casan. De a poco los “gatos” van ganando espacio y entonces los “ratones” judíos comienzan a verlo todo negro. Se suceden la invasión alemana a Polonia, las primeras restricciones, luego los guettos, las deportaciones a los campos de concentración y finalmente el horror de Auschwitz. Anja y Vladek pasan juntos por todas estas etapas, pues la historia es contada por Vladek, y para él es imposible soslayar a Anja. Aunque no se trata de una novelesca historia de amor, uno se queda pensando en ese sentimiento tan fuerte que hay entre Anja y Vladek, porque cuando todo se derrumba, sólo se tienen el uno al otro. Hay un momento culminante en el capítulo cinco (“Ratoneras”): “… hasta el último minuto debemos luchar juntos. Te necesito... ya verás que juntos sobreviviremos…siempre le decía eso”, recuerda Vladek.
Desfilan las miserias cotidianas de seres humanos lanzados unos contra otros: los gatos cazan ratones; los ratones se traicionan unos a otros; los “cerdos” (los polacos) se mueven entre la piedad por los ratones y el temor a los gatos. Hay cerdos que ayudan a los ratones, y hay otros que los denuncian ante los gatos, denunciando incluso a los cerdos que protegen ratones. Una verdadera maraña, prueba de todos los matices que puede alcanzar el espíritu humano en situaciones difíciles.

El relato es muy completo, pues Vladek ha visto y vivido muchas cosas. Como dije antes, lejos de los sentimentalismos baratos, Spiegelman nos pone frente a frente con el Holocausto y deja que lo miremos a los ojos, sin intermediarios. El efecto es contundente.

La historia de Vladek durante el Holocausto se complementa con la historia de lo que sucede entre él y su hijo Art, el cual parece no comprenderlo e incluso no soportarlo. Vladek ya es viejo y tiene mañas, mientras que Art quiere mantenerse independiente de sus problemas (los de Vladek). A veces parece que Art tiene problemas con su identidad: cuando habla con su padre, tiene cara de ratón; pero otras veces tiene cabeza humana y máscara de ratón, como si quisiera aparentar algo que en el fondo no es. Se dibuja a sí mismo yendo al psicólogo a hablar de estos problemas; se dibuja a sí mismo ante el tablero de dibujo bocetando “Maus” o decidiendo con qué animal identificar a tal país. Mientras tanto, Vladek rezonga con su nueva esposa (“Mala”) y la compara con la difunta Anja, mientras despotrica que a Mala solo le interesa el dinero. Vladek sigue sobreviviendo.

En resumen, un libro fascinante por lo novedoso y por el ángulo con que enfoca el genocidio cometido por los nazis. Pero también atrapa por la historia de ese ratón-judío que sobrevive treinta años después, entre su hijo prescindente, su segunda esposa, su el recuerdo de hijo muerto en los campos y el recuerdo también de su amada esposa con la cual afrontó los peores espantos.

El impacto de la obra llevó a que “Maus” ganara el Pulitzer, un prestigioso premio reservado para obras publicadas en EEUU. Después de “Maus” Art Spiegelman no ha producido otra obra de renombre, y en cierta manera, quedó atada a ella; su nombre se asocia a “Maus” a tal punto que en un episodio de Los Simpson aparece Spiegelman usando una careta de ratón. Curioso epílogo para tremenda “historia de un sobreviviente”.

Anexo: para saber un poco más
http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/maus:_la_historia_de_un_sobreviviente.html

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