sábado, 29 de noviembre de 2008

Nuestra primera presidenta

“Isabel Perón” (2003)



Encontré este libro en un local de usados, a precio módico. Aparentemente no tuvo buena venta y de ahí que un gran lote haya ido a parar a las mesas de saldos; ¿o hay alguna mano negra que saquea los depósitos de las editoriales y revende libros al circuito de los usados? Hace dos día recién descubrí que mi libro tenía, bajo la solapa, una especie de chip; lo descubrí de la manera más desagradable, cuando traspuse un detector en una tienda y sonó la alarma, ante lo cual el guardia me pidió revisar el bolso y descubrió el libro. Entonces comprobamos que era eso lo que hacía sonar la alarma.

Pero vamos al libro en cuestión. Editado por Planeta en 2003, es un interesante texto que se centra en la figura de María Estela Martínez (“Isabelita”), esposa y luego viuda del carismático general Juan Domingo Perón, fundador del “peronist party”, como dicen los yankis. La autora es María Sáenz Quesada, una historiadora de ley, de esas que no improvisan discursos con 2 ideas encontradas en Internet, como hacen algunos pseudo historiadores actuales (al menos aquí en Argentina). Quesada ha integrado la publicación “Todo es Historia” y por su vocación y conocimiento ha dado clases en la Universidad de Belgrano. También ha escrito otros libros, varios de ellos centrados en torno a figuras femeninas de nuestro pasado nacional, como Mariquita Sánchez o las mujeres del entorno de Juan Manuel de Rosas. De modo que estamos ante una persona que se toma en serio su trabajo.

Para aquellos que leen el blog y no conocen quién es Isabel Perón (al fin y al cabo, no todos sabemos de todo), va una reseña: su figura está asociada invariablemente a Perón, a quien conoció cuando este jefe estaba exiliado en Panamá, después de haber sido derrocado en 1955. Se hizo íntima del entorno de Perón y viajó con él a España, donde ambos se casaron. Perón nunca se resignó a su suerte de exiliado y amparado en la lealtad casi unánime de toda la clase obrera argentina, dirigió la “resistencia peronista” contra todos los gobiernos (civiles y militares) que se sucedieron a partir de 1955. Finalmente, después de varias movidas en el tablero de ajedrez político, Perón volvió a Argentina y fue electo presidente: la primera sorpresa fue que nombró a Isabel como vicepresidente; la segunda sorpresa fue que Perón se murió a los nueves meses de mandato, dejando a su viuda como presidente de los argentinos; la tercera sorpresa es la menos sorpresiva de todas: Isabel no estaba preparada para el puesto y la situación del país llevó a que el 24 de marzo de 1976 los militares la derrocaran.

Para mí fue novedad encontrar un libro que hablara de Isabel Perón, ya que es un personaje de un pasado ya bastante lejano. Además su figura resulta opacada por la de aquellos que la destronaron y que iniciaron una dictadura militar nefasta, recordada por los excesos en la represión de la subversión y por las violaciones a los derechos humanos. Cuando en Argentina se habla de esa época, generalmente se empieza por el 24 de marzo de 1976, dedicando como mucho un párrafo al gobierno de Isabel, como para ambientar la cosa. Y nada más.

Quesada toma como eje la vida de Isabel, pero desde ahí va desgranando la historia política de Argentina a lo largo de casi tres décadas. Y está siempre presente el “otro eje”: Perón. Es él quien condiciona la trayectoria de Isabel y de Argentina toda. Será por eso que la autora arranca el libro con el capítulo 1 detallando la muerte de Perón; ese es el momento decisivo, el antes y el después.

A continuación, Quesada retrocede y en los capítulos 2 al 6 nos cuenta los primeros años de María Estela Martínez Cartas (tal el verdadero nombre de Isabel), avanzando en el tiempo. La vemos encontrarse con Perón y ligarse a él durante el exilio del caudillo; la vemos en sus limitaciones al ingresar en la política de mano de su flamante marido, hasta la muerte de este, ya relatada en el capítulo 1. A esas alturas, la violencia estaba marcando muy fuerte a la política argentina, y ni siquiera Perón podía controlarla. Le dejaba de herencia a Isabel un país fracturado y desangrandose; demasiado para una mujer que no tenía formación política previa y que su único mérito para ocupar tan alto cargo era ser “la señora de Perón”.

El capítulo 7 nos introduce en ese período tumultuoso de los veintiún meses de presidencia de Isabel, que desembocan en el golpe militar. Confieso que el libro hasta esta parte me había tenido medio insatisfecho, pero desde el capitulo 7 comencé a leerlo con voracidad, atrapado por el ritmo de los acontecimientos que narraba la autora. Veía cerrarse el cerco sobre el futuro de la Argentina de aquellos años, condicionada por los extremistas de uno y otro bando, que pretendían imponer por las armas su visión de la realidad. Veía también la miopía de tantos sectores que no supieron defender a la República y que luego (hasta el día de hoy), cuando vieron las consecuencias del putsch del 76, se anotaron en el listado de las victimas y sacaron título de enjuiciadores de los demás. No faltaron políticos y militares que buscaron hasta el final una salida al atolladero, incluso en la víspera del golpe, cuando se reunieron dirigentes partidarios y sindicalistas.

El capítulo 17 narra las últimas dos semanas antes del golpe militar, cuando ya todos sabían que vendría y la mayoría lo deseaba. La figura de Ricardo Balbín se agiganta cuando, ante la inminencia del alzamiento militar, anuncia por radio y TV “todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de la muerte…desearía que los argentinos no empezáramos a contar ahora los cinco minutos”. Con lujo de detalles y abundante transcripción de diálogos, Quesada reconstruye esos últimos días de la República. Es de sumo interés el testimonio de los que participaron en el putsch, para saber qué pensaban, cuáles eran sus planes y sus intenciones. El capítulo finaliza con la detención de Isabel, primer paso del asalto de los militares el poder, y una reflexión ¿por qué Isabel se aferró a la presidencia, cuando muchos le pedían la renuncia para salvar a la República? La incapacidad de Isabel para manejar una situación que ni Perón pudo dominar hizo pensar a muchos que la única manera era convocar nuevas elecciones; pero cuando se fijó fecha para octubre de 1976 ya era tarde: los militares se preparaban para intervenir.

El capítulo 18 nos cuenta qué fue de Isabel desde el 24 de marzo de 1976, inicio de un cautiverio de cinco años, el más largo que haya enfrentado un presidente argentino, como lo dice la autora. Nos cuenta aquí los lugares donde estuvo detenida y las causas judiciales que se le iniciaron, hasta que fue liberada en 1981. Isabel pasó a España a vivir en el exilio, aunque mantuvo contactos con políticos en Argentina, especialmente desde el regreso de la democracia en 1983. Termina con cierta reparación histórica que se le hizo, incluyendo compensaciones económicas por ser una detenida por razones políticas.

Quesada cierra el libro con un capítulo extra: ¿Inocentes o culpables? No aplica estas opciones solamente a la presidente, sino a todos los dirigentes y también a las bases. Porque lo que sucedió en este país durante la década de 1970 es bastante más complejo de los razonamientos simplistas que se han impuesto en los últimos años. La República estaba atacada por la guerrilla extremista, tironeada por las corporaciones sindicales y empresarias, jaqueada por los militares, abandonada por amplios sectores de la población, que veían cada vez con mejores ojos la necesidad de una “mano fuerte” que tomara el timón. Isabel no era esa mano fuerte, es cierto, pero quienes tomaron el timón después se excedieron con la fuerza; Quesada no deja de decirlo, pero acota que a eso se llegó merced a un proceso histórico-político del que no solo los militares fueron responsables.

En definitiva, un buen libro, con abundantes notas al pie para consultar bibliografía. Se nota la intención clara de respaldar cada página con fuentes, algo que (insisto) no es virtud constante en los “nuevos historiadores que cuentan la historia que no nos contaron”. En cada capítulo hay una foto o collage de fotos, donde por lógica vemos a Isabel. Eso ayuda a ponerle rostro a esta historia que a los argentinos nos cuesta todavía asumir, y es ni más ni menos que la historia de nuestra primera presidente.

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