viernes, 7 de noviembre de 2008

La vida y la muerte por Perón

“No habrá más penas ni olvido” (1983)




Yo diría que esta película es como un manual: sirve para entender una época de nuestra historia nacional, más concretamente el período anterior al golpe de estado de 1976 en Argentina. Eran los años en que la lucha armada no estaba mal vista, porque se la tomaba como una prolongación de la acción política. Y así nos fue.
En 1983 el director Héctor Olivera filmó está película, que está basada en la novela homónima de Osvaldo Soriano. La película se estrenó el 22 de septiembre de 1983, pocas semanas antes de las primeras elecciones con que Argentina retornaba a la democracia después de 7 años de dictadura militar.
Apenas comienza el filme, las clásicas letritas impresas en pantalla nos dicen que “la acción transcurre en una indeterminada provincia argentina”; y da la fecha: otoño de 1974. Anotemos ese dato.
Vemos un pueblito, tan pequeño que no hay intendente (o alcalde, como se dice en otros lugares del mundo): apenas hay un delegado municipal, Fuentes (Federico Luppi). Él es peronista, como casi todos los personajes: es una película sobre peronistas. Pero a don Fuentes lo quieren remover, acusándolo de “comunista”. Van desfilando los personajes típicos de ese pueblo que es arquetipo de muchos pueblos: Rodolfo Ranni es el regordete comisario Llanos, Miguel Ángel Solá es Juan, el preso de la carcel del pueblo, que entra y sale de la celda para hacer los mandados, Julio de Grazia y Patricio Contreras son los agentes García y Comini, etcétera. Imperdible el personaje de Ulises Dumont, Cerviño, el piloto que fumiga los campos con su avioneta bautizada “Torito”.
La movida contra Fuentes viene desde la cúpula del partido (peronista) y los encargados de hacerla cumplir son los “operadores” Reinaldo (Victor Laplace) y Suprino (Héctor Bidonde). Se prevé que Fuentes va a dejar el cargo sin chistar, pero no es así, de manera que las cosas se complican y de a poco la locura se apodera de todos. Entonces aparecen las armas, de un lado y del otro.
Casi toda la película se dedica a mostrar como la encarnizada resistencia de Fuentes, atrincherado con algunos leales en el edificio de gobierno municipal, dispara las reacciones de todos los elementos políticos que hay en el pueblo o que llegan desde afuera del mismo. Aparecen los elementos de la extrema derecha y de la extrema izquierda, y a ninguno se le caen las armas de la mano. Personajes que se conocían de toda la vida se lanzan al ataque mutuo, destrozándose. El final de esta verdadera batalla es a la vez inesperado y obvio. Así como lo digo.
También es un final estrictamente histórico, porque la tragedia que se desata en ese pueblo es una copia en miniatura de la tragedia que vivió mi país, lanzándose munición cada vez más grande hasta llegar al hondo encono y la atroz conclusión de que nos matamos de a miles entre nosotros, y con tanta saña como no cabe en la imaginación.


Y en medio de todo eso, por todas partes, Perón. Su nombre es la bandera que ondea en las trincheras de todos los bandos: todos dicen luchar por él. Esto también responde a la realidad, cuando los peronistas de izquierda, de centro y de derecha creían ser los “auténticos peronistas”, mientras calificaban a los otros como “falsos peronistas”. Perón está ahí, en el aire de la película, como lo estuvo mientras vivió en su agonizante tercer mandato presidencial, sin entender y sin poder controlar a todos los que apretaban el gatillo “defendiéndolo”.
Y Perón murió el 1º de julio de 1974, apenas comenzado el invierno. Por eso se me antoja que la ubicación temporal dada al inicio (“otoño de 1974”, es decir, de marzo a junio) pretende dar el mensaje de que tanta locura no era necesaria y que además no solucionaba nada, porque el ícono, el motivo de la lucha, estaba viviendo sus últimos días. Pero las fuerzas desatadas mientras él vivió siguieron azotando al país e hicieron de antesala para el período más negro: la dictadura militar de 1976.
Como dije al principio, con esta película se puede entender un período histórico. O mejor dicho, no sé si “entender”: ¿cómo entender que la víctima y el verdugo gritan “¡Viva Perón!” al mismo tiempo? Por algo en inglés el título de la película es “Funny Dirty Little War”, algo así como “Divertida y sucia guerrita”: un acierto la titulación.
A mi mismo me cuesta entender esos fanatismos, pero lo cierto es que así fue en la historia real. En todo caso, más que ayudar a entender, la película puede ayudar dando una pintura sobre el escenario, los personajes y los porqués de esa etapa. Pero habrá que seguir leyendo y reflexionando para entender.
Habrá que ponerse a reflexionar, digo, y es lo que “ellos” deberían haber hecho antes de empuñar las armas y empujar al país hacia la oscuridad.

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